Cuando pensamos en aprender a tocar el piano, solemos imaginar algo concreto: colocar los dedos en las teclas correctas, leer partituras y lograr que una canción suene bien. Pero en realidad el piano va mucho más allá: además de música, parece que también es un entrenamiento para la vida. ¡Fíjate, sigue leyendo! Atención y presencia Sentarse al piano es un pequeño acto de presencia. El instrumento te pide que estés ahí, como se suele decir, en cuerpo y alma, escuchando lo que tocas. Si tu atención se dispersa, las notas lo muestran enseguida. Poco a poco, entrenas tu capacidad de concentrarte y de estar presente en lo que haces. Y ese mismo enfoque puedes trasladarlo después a otras áreas de tu vida. Un alumno (adulto) siempre me dice que el piano es un termómetro perfecto: se sienta un rato a tocar el piano y ya sabe cómo está; como un espejo que refleja básicamente lo que hay. Y nos reímos, pero ambos sabemos, por experiencia, que es totalmente cierto. Escucha y sensibilida...